Estamos siendo partícipes del derrumbe de una mafia jerárquica regida por corruptos y criminales electos democráticamente como los gobernantes de Guatemala.
La renuncia de la vicepresidenta Roxana Baldetti si bien es un logro importante, no es la meta, solo es un paso hacia la transformación de las formas del ejercicio del poder y que debe motivar la refundación de nuestras relaciones sociales, políticas, económicas y culturales.
Nos toca medir la profundidad de nuestra crisis y la amplitud de nuestra capacidad de respuesta a la misma, desde nuestras vivencias, análisis, decisiones políticas y sobre todo a nivel de la comunicación.
El lema de #RenunciaYa, las movilizaciones, las acciones legales y todo lo que se ha desatado desde el 25 de abril de este 2015 no se olvidarán.
Esta exigencia de renuncia ha sido la primera consigna del deber político de transformar el país. Ha sido el lema vértebra de las protestas, alegres y combativas que demarcan el relevo generacional del miedo por el compromiso y la indignación.
Me siento orgullosa de ser miembro de este momento, pero aún falta mucho por hacer. Debemos ser capaces de escuchar la pluralidad de voces que han salido a las calles, organizar un poco dentro del caos. Podemos formar un movimiento amplio, participar más en las decisiones políticas, asumiendo nuestra responsabilidad. Nos toca organizar la rabia y convertirla en asambleas permanentes para cambiar el sistema en que vivimos.
Ante la dignidad del pueblo no hay ataques, injurias o represión que detengan su fuerza transformadora. Que la historia nos ponga a cada cual en su sitio.

Andrea Ixchiú (Totonicapán, Guatemala, 11 de septiembre 1987) es una lideresa indígena, gestora cultural, activista de derechos humanos y escritora guatemalteca (Guatemaltecos Notables, 2013).
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