La vestimenta para hombres mayas ha sufrido el embate de la economía, del influjo de la cultura capitalista y de la reducida producción de los textiles y desaparición de confeccionadores, y aún así existen hombres empeñados en mantener esa expresión de su identidad étnica.
“La ropa es un signo cultural externo que diferencia a los
mayas del resto de la población guatemalteca. Tiene diferente tipo de
manufactura, diseño, forma, motivos y estilos de vestirla, que varían de una
región a otra y por el gusto y la creatividad de la tejedora y de quien las
viste”, explica la antropóloga Irma Otzoy en su libro Identidad y vestuario
maya.
Después de más de cuatro siglos de existencia y de constante
renovación, esta forma de vestir, para unos, se ha convertido en elemento de
presencia cultural e incluso socialmente reivindicativo, aunque para el
sociólogo Carlos Cazali la forma de vestir no debe servir para dividir o
exacerbar diferencias sociales o étnicas, sino más bien para integrar una
conciencia de nación.
La historia
Actualmente hay más reconocimiento hacia la ropa maya y las
personas la visten con orgullo y dignidad, en especial las mujeres, que más han
conservado su uso. Sin embargo no sucedía así en otras épocas. Por ejemplo, en
1836 una disposición gubernamental obligaba a los indígenas que asumían cargos
civiles a vestir camisa con cuello, calzones mayores o pantalones, cotón
chaqueta o frac, zapatos, botín o bota y sombrero que no fuera de paja ni
palma.
“En la segunda mitad del siglo XX, los hombres mayas dejaron
su forma de vestir porque al venir a la capital a buscar trabajo no eran
atendidos por vestir su traje regional”, refiere Violeta Gutiérrez,
registradora textil del Museo Ixchel del Traje Indígena.
Paradigma
En las escuelas y colegios se ha repetido de manera
infundada que la vestimenta maya fue impuesta por los conquistadores, para
facilitar el control de las comunidades y la evangelización. “Nada más falso
que eso”, dice Otzoy. “De esta disposición no existe una sola evidencia
concreta o decreto real de validez”. Además, la policromía de los trajes es
relativamente reciente. En la época colonial la mayoría de prendas era blanca,
por su confección con algodón.
Al respecto, Cazali comenta: “Este concepto no está en el
ideario de los guatemaltecos, sino en los textos y en la mente de los que
quieren exacerbar o instigar diferencias”.
Símbolo de identidad
¿Resistirá a la extinción?
En la cabecera de Sololá, el traje autóctono es usado
por los adultos de entre 35 a 80
años, y en Patzún, Chimaltenango, solo por los ancianos.
Con pocas excepciones como en Todos Santos Cuchumatán y San Juan
Atitán, Huehuetenango, en que la mayoría
viste a diario el atuendo autóctono, estas
prendas se usan cada vez menos,
por limitaciones económicas, por
influencia de culturas y modas extranjeras o simplemente porque el gusto en el
vestuario ha variado entre los jóvenes y
adultos indígenas que reproducen formas
de vestir que ven en la televisión, el cine o internet.
“Yo enseñé a mis hijos a vestir la rodillera, pero ellos
prefirieron pantalones y camisas que
venden en los almacenes y el mercado”, comenta Bernardino Teleguario, de 83
años y originario de Patzún, Chimaltenango.
Bernardino reconoce que el precio de las
prendas confeccionadas en telar de cintura es alto pero estas
son mucho más duraderas. Él afirma que
no ha sido discriminado por su vestuario, lo viste en su pueblo y cuando viaja a la capital.
Anastasio Sicajau, de 67 años y residente en Sololá, comenta
que el traje está adaptado al frío del lugar. Por ello, cuando viaja a Escuintla a visitar a
familiares prefiere vestir como “ladino”.
La proliferación de ropa de paca ha sido un factor adverso,
pues el bajo precio de esta incide en la preferencia de las personas que a
menudo dejan su ropa tradicional únicamente para ocasiones especiales o ceremoniales.
Por: EDWIN CASTRO
Fuente: Prensa Libre