Yo decido y ustedes obedecen.
La tendencia de la gestión gubernamental parece decantarse por hacer gobierno en solitario, recurriendo al apoyo de las bases partidarias, la burocracia y los incondicionales de siempre. Sin embargo, esto, no coadyuva a involucrar participativamente a la ciudadanía, ni a consolidar democracia, para lo cual diálogo y concertación son condicionantes elementales. Esta situación implica alto riesgo a la gobernabilidad y augura pocas posibilidades de éxito en el período.
Refiero lo anterior, tomando como parámetro el escaso apoyo social que han concitado las más importantes propuestas gubernamentales. Excepción hecha de la referida a la despenalización de las drogas. Los casos más ejemplares de esta marcha en solitario se expresan, en las reformas a la carrera magisterial, que si bien no parten del periodo, sí correspondió a este gobierno darle salida social. Lo cual hizo de la manera impropia y sin tino político. No obstante, lo estrepitoso está por llegar: un conjunto de reformas constitucionales en donde variados sectores, organizaciones e instituciones, coinciden en que la propuesta no es suficiente ni significativa para modernizar el Estado, mucho menos para refundarlo desde sus bases. La idea de “consultar” sectorialmente y no hacer caso al resultado de las consultas en definitiva no funciono y ahora la pretendida reforma carece de apoyo social, y consecuentemente de la legitimidad que esto otorga a los actos de Gobierno.
Parte del problema de este aislamiento gubernamental está en el intento de la elite burocrática de gobernar con ‘manu militari’, es decir, yo decido y ustedes obedecen, estilo de Gobierno que ya no es tolerado socialmente. A lo anterior habrá que sumar la idea de suscribir compromisos y no cumplir, tal cual, lo acontecido con el movimiento campesino luego de la marcha de marzo. A la fecha no se cumple con lo pactado y se pretende diluir los acuerdos en la trama burocrática. Este temprano retraimiento gubernamental es aún posible revertirlo y gobernar a partir de acuerdos sociales. Sabido es que las elecciones otorgan legalidad; sin embargo, no necesariamente traen aparejada la legitimidad. Lo que legitima la acción gubernamental es el diálogo, la concertación y la atención a los intereses sociales. Los anunciados pactos de Gobierno hasta ahora son discurso. Aún es tiempo de corregir.
Por: Helmer Velásquez
Fuente: ElPeriodico