Enseñemos a las personas a diversificar, a trabajar con
calidad, a mercadear mejor sus productos, así no venderemos lástima.

Empezando a almorzar, se acerca una señora que vestía un
hermoso traje de Santa Catarina Palopó, llevaba en sus manos varias artesanías
elaboradas por ella y sus hijas; era su único medio de subsistencia, ya que el
marido es un borracho que le pega y le quita gran parte del dinero que gana. La
historia nos conmovió al punto de brindarle algo de comida, un par de gaseosas
y comprarle casi por compromiso algunos de sus productos, ya que por mucho que
quisiéramos ayudarlas, nuestro bolsillo no nos lo permitía.
Minutos después, se acercan dos niñas ataviadas con un traje
de Santiago Atitlán, quienes con un “speech” bien elaborado nos ofrecen sus
productos: ¿compra pulseras? Veri espeshal por yu”. Les dijimos que gracias
pero ya habíamos comprado artesanías. La tenacidad de ellas me sorprendió; nos
pidieron que les regaláramos Q5.00 para comprar tortillas, ya que no habían comido
desde el día anterior. En una hora que estuvimos sentados en el restaurante, me
irritó que pasaron unas 12 personas con historias y productos similares, y al
no comprarlos, nos hablaron de su desdichada vida y nos hicieron sentir
culpables de las injusticias del mundo; ¿cómo podíamos comer en un restaurante
elegante, mientras el resto del mundo se muere de hambre?
"Anoche, luego de cerrar un negocio con un cliente,
fuimos por una cerveza al centro histórico de Xela, se nos acerca un hombre de
unos 40 años, con apariencia de borrachín; a ofrecernos una chumpa por la que
nos pidió Q50.00, le dijimos que lamentábamos no poder ayudarlo, ya que no la
necesitábamos. Entre dientes nos trató de burgueses hijos de la gran puta, para
arriba. Nos maldijo y nos dijo que por nuestra culpa, sus 5 hijos iban a morir
de hambre. Ahí lo entendí, el negocio de muchos es vender lástima y culpar al resto
del mundo de su desdichada vida. Pasa en la vida, pasa en las películas, pasa
en las ONG´s".