Llantas usadas y botellas plásticas rellenadas con basura son la materia prima que ha permitido dar rienda suelta a la imaginación de un grupo de jóvenes estadounidenses quienes hoy construyen edificaciones con esos materiales.
Fuente: Prensa Libre
ENLACE: Este proyecto es nominado a un premio mundial, vote aquí
Mateo Paneitz y la asociación Long Way Home han iniciado el camino para construir un complejo edificio con material reciclado. Unos 200 jóvenes de San Juan Comalapa, Chimaltenango, recibirán clases en la Escuela Técnica Maya, donde se impartirá primaria, secundaria, artes y oficios. Prevén tenerla lista para el 2012.
Basura, al río
Conocer San Juan Comalapa le cambió la vida a Mateo Paneitz, un voluntario del Cuerpo de Paz que llegó en el 2002 a esa localidad a realizar trabajos comunitarios. “A las dos semanas, no sabía dónde tirar la basura”. Un vecino se ofreció enseñarle. “Antes de que pudiera decir no, lanzó la basura al río”, recuerda.
Esa experiencia fue un motor para que Paneitz pensara en soluciones para cambiar las costumbres de esa comunidad. Se asoció con Chuwi Tinamit, una organización local, cuyos integrantes, en principio, le dieron un espacio para concretar el parque ecológico Chimiyá. Ahora, ese lugar cuenta con un campo de fútbol, aplanado por Paneitz y cientos de estudiantes que pueden ingresar con solo llevar una botella plástica llena de basura. “El año pasado, recaudamos diez mil botellas”, cuenta Lars Battle, miembro de Long Way Home.
Llantas compactadas
La construcción con llantas usadas llenas con tierra compacta es un método aplicado en Estados Unidos, pero en Guatemala es la primera vez que se utiliza. Estas se colocan en forma circular, y las paredes se levantan semejando ladrillos. Los muros tienen un ancho de 26 pulgadas, y el costo promedio por metro cuadrado de construcción es de US$150. “Son asísmicas y térmicas, pues la llanta absorbe el sol durante el día, lo cual permite calentar la casa de noche”, explica Battle.
De esa cuenta, la inversión se reduce prácticamente a la mano de obra. “Además, evitamos talar árboles, usar demasiado cemento, aparte de dar una solución accesible al pueblo para desarrollarse”, comenta Battle.
El proyecto de la escuela ha reactivado el entusiasmo de los pobladores. “Las calles están más limpias. No teníamos el hábito de recoger la basura —comenta Enrique Mich, residente de Comalapa—, pero ahora empieza a fomentarse en los niños”.
Generar oportunidades de aprendizaje es uno de los objetivos del proyecto en Comalapa. “Para romper el círculo de pobreza, los jóvenes tienen que tener un futuro, y aquí no hay futuro ahora”, expone Paneitz.
Ante ese panorama, se plantearon construir esta escuela donde, además de la enseñanza tradicional, aprenderán oficios y, por supuesto, tendrán una nueva actitud ante el reciclaje, que será no solo activismo, sino posiblemente una solución habitacional.
En cuanto a la nominación de la BBC, Mateo manifiesta que es como un sueño: “El mundo puede aprender de este proyecto”, dice al tiempo que aclara que ganen o no, ya están pensando en replicar la idea en otras comunidades guatemaltecas.